
El Windpacking es otra manera de entender los viajes en bicicleta. Se trata de viajar a otra velocidad. Otro estilo de pedalear. No sólo tienes que estar pendiente de tí. Tu peludo es tu responsabilidad y su bienestar también es el tuyo propio. Como ya sabéis, Siroco es como una extensión de mi cuerpo. Se podría decir que es como una parte más de mi brazo. Donde voy yo, siempre va él y viceversa. Si, incluso al baño. Todo hay que decirlo. No hay intimidad que valga. Es una unión que no se puede explicar.
Binomio
Gracias a esa conexión, ellos son conscientes de nuestro estado de ánimo. Es increíble lo atentos que pueden estar. No se les pasa una. En mi caso, esto llegó a su máximo esplendor en mi Vuelta por España con Siroco hace dos años. Algunas veces, de manera espontánea, me emocionaba al recordar a mi madre. Hacía unos meses que había fallecido y aún estaba fresco. Sólo, en medio de la nada me ponía a llorar a moco tendido.
La primera vez que me ocurrió me quedé impresionado con la actitud de Siroco. Lo recuerdo como si fuese ayer. Me encontraba rodando por una vía verde y tras un día agotador, lloré al recordarla. Coloqué un pie en tierra y dejé de pedalear. Tiré a La Mariquilla al suelo, mi bicicleta por aquel entonces, y me puse de cuclillas. Lloraba mirando al suelo sin ser conciente de lo que pasaba a mi alrededor. De hecho, hasta me olvidé de mi pequeño cohete por unos instantes.
Yo simplemente estaba sumido en un estado de tristeza cuando, de repente, en medio de mis brazos cerrados, apareció el hocico de Siroco. Empujando para poder acceder a mi cara y dándome con una de sus patas delanteras al mismo tiempo. Algo muy de Border Collie. Cuando se vio dentro, después de apretar lo suyo, colocó su cabeza en mi cuello, como hacía de pequeño. Ahí se quedó hasta que yo me tranquilicé. Me impresionó muchísimo su actitud y su forma de darme cariño. Diciéndome que él estaba ahí y que, ni mucho menos, estaba sólo.
No vas sólo
Fundamentalmente, a eso me refiero. A una unión inexplicable. Algo emocionalmente fuera de lo material y lo superfluo. Cuando viajas en bicicleta con un peludo, no vas solo. En las duras y en las maduras. Para lo bueno y para lo malo. Como si se tratase de un matrimonio, en la enfermedad y en la salud. Sobre todo, tendrás a tu lado a un compañero fiel que te quiere por encima de todas las cosas.
Te apoyará en tus momentos más bajos con su calor cuando visites el averno. Te protegerá en la oscuridad de la noche ante cualquier ruido o movimiento extraño. Te acompañará en la práctica de lo que más te gusta, montar en bicicleta. Te ayudará a conocer gente en el viaje, ya que ellos son un increíble anzuelo en lo que a conectar con personas se refiere. Si lo cuidas, estará siempre ahí.
Porque si viajar en bicicleta mola, viajar en bicicleta con perro mola todavía más. Es cierto que la responsabilidad en el viaje se incrementa. Aumenta lo bueno y lo malo, pero ten por seguro que lo positivo siempre gana con creces a lo negativo. En realidad, mis mejores recuerdos de mis viajes con Siroco son acerca de la alegría que siempre encuentro en su rostro. ¿Quieres apostar?
Eterno estado de sorpresa continua
Lo más importante es que viajar adereza y abre las mentes. Los estímulos producidos a la hora de sorprenderse todos los días se vuelven adictivos. Literalmente como una droga. Y qué mejor manera que compartirlos con tu peludo. Él siempre te va a seguir y va a tomar por buena tus decisiones ya que sabe de sobra que lo haces pensando en los dos. Tiene y debe de ser así, porque él te va a seguir hasta los confines de la tierra. Por este motivo, siempre es importante estar totalmente pendiente. Te acompañará de una manera fiel y te cambiará la vida. En mi caso, Siroco lo hizo sin duda.
Yo nunca pensé que acabaría viajando de la manera que lo hago con él. Yo pedaleando y Siroco corriendo a mi lado. El esfuerzo y dedicación que puse en su educación dieron sus frutos. Sin lugar a dudas. Un peludo equilibrado ansioso por salir a rodar.
De hecho en la vida hay que ser un poco Siroco. Un perro incombustible, que rebosa desparpajo a raudales y que tiene por bandera el cariño. Es evidente que disfruta sólo del presente y, qué mejor manera, que hacerlo rodando juntos.
Y tú…
¿Cómo viajas en bicicleta con tu peludo?